Martes, 1 de marzo de 2016
El título programático proporciona un tema que permite una gran variedad de interpretaciones. En imágenes escenificadas, los especímenes animales, algunos de los cuales tienen más de cien años, vuelven a la vida. Los fotógrafos observan a los distintos actores con afecto, humor y sutileza. En combinación con objetos seleccionados del Museo de Historia Cultural, fue posible crear una serie de elaborados arreglos que sin duda pueden considerarse un homenaje a los bodegones de caza y cocina del Renacimiento y el Barroco. La visión melancólica del crecimiento y la decadencia, del eterno ciclo de "comer y ser comido" resulta ser una bella ilusión. De hecho, la mayoría de los animales llevan muertos cien años, pero precisamente por eso han alcanzado una inmortalidad museística, artísticamente preparada con ojos de cristal, esqueletos de alambre y serrín.
En consonancia con el tema, se pidió a las mujeres de la cocina de la abadía que las fotografiaran. En un sentido muy mundano, son los buenos espíritus que trabajan en gran parte en secreto, dan estructura a la jornada y al mismo tiempo aportan variedad culinaria. Los dos artistas también han disfrutado muchas veces de sus habilidades culinarias. Para ellos fue un placer muy especial poder inmortalizar al equipo de cocina de buen humor.
