Admonter Marzizoni
Una receta de 300 años de antigüedad del antiguo abad Antón de la abadía de Admont ha vuelto a la tienda del museo como especialidad única en el mundo y fascina a visitantes de cerca y de lejos con su sabor especial.
¿Cuál fue el mayor reto a la hora de elaborar los marzizoni?
El Dr. Sepp Hasitschka encontró esta receta hace muchos años mientras investigaba para su libro de cocina del monasterio en los archivos de la abadía de Admont. Como él personalmente era incapaz de hornearla correctamente, encargó a mi jefe August Stockhammer que recreara la receta original. Como se seca muy rápidamente, este producto nunca se incluyó en el programa. Hace tres años, recibí el encargo de elaborar el Marzizoni para la tienda del museo. Como era consciente de los problemas de la receta, al principio no quería necesariamente este encargo. Tras consultarlo, me permitieron cambiar la receta. El contenido de almendra y azúcar es el mismo que el de la receta original. Sin embargo, para que los mazizoni sean más duraderos, utilizamos una gran proporción de las almendras como mazapán, que consiste en dos tercios de almendras y un tercio de azúcar. Además, la mezcla de especias se ha reducido para conseguir un picante aún tolerable (jengibre). Utilizamos chocolate blanco y rojo para una mejor conservación. La forma y el color de los diamantes corresponden al escudo de armas de la abadía. Tardamos unos 40 intentos en conseguirlo. Estamos orgullosos de haberlo conseguido de esta forma, ya que nos permite elaborar un producto único que sólo nosotros podemos ofrecer de esta forma. Como hacemos entregas a domicilio, se fabrican por encargo.
Una receta de más de 300 años de antigüedad, escrita por el entonces abad Antón de la abadía de Admont, llega a la confitería Stockhammer y vuelve a la tienda como producto acabado.
¿Qué tiene de especial esta receta y sus ingredientes en comparación con las recetas de repostería actuales?
Los benedictinos son muy hospitalarios y tienen fama de disfrutar de una mesa llena. Sin embargo, como las fiestas mayores caen durante la Cuaresma, este producto, aunque muy pequeño, les permitía mostrar a sus invitados su prosperidad. En este momento de la historia, todas las especias se importaban de la India. Llegaban a Europa Central a través de la Ruta de la Seda o por mar. No en vano, en aquella época las especias se pesaban en oro. Del mismo modo, en este siglo aún no se disponía aquí de azúcar, ya que la remolacha azucarera no se descubrió para la producción de azúcar hasta mucho más tarde, por casualidad. El azúcar se importaba sobre todo del Caribe en forma de caña de azúcar. Lo endulzábamos con miel. Lo mismo ocurre con las almendras. Como se ve, ningún mortal podía permitirse tales ingredientes. En el pasado, las especias exóticas eran lo que hoy es el pan de oro en los alimentos que no podemos permitirnos.