950 años de la abadía benedictina de Admont
Abadía de Admont
1074 – 2024
Estoy humildemente orgullosa (este par de palabras contrastantes es exactamente adecuado, porque indica que sólo fue y es posible con la ayuda de Dios), en otras palabras: estoy humildemente orgullosa de que haya una mujer al principio de la historia de nuestra casa, Hemma de Gurksin la cual no existiríamos. En la historia del mundo, dominada por los hombres, Dios puso al frente de nuestra abadía de Admont a una fundadora, santa Hemma de Gurk. De su gran fortuna, sobre todo en propiedades -también en la Alta Estiria-, donó una gran parte a la Iglesia para que se pudiera fundar un monasterio. Como sabemos, no vivió para ver la fundación de Admont aquí en la tierra, pero sin duda sintió la satisfacción en el cielo, por decirlo en términos muy terrenales, de que en 1074 Arzobispo Gebhard de Salzburgo ha realizado su voluntad.
La vida de Hemma fue ciertamente aristocráticamente privilegiada por un lado, pero tuvo que hacer frente a una gran cantidad de sufrimientos y cruces, que superó gracias a su profunda fe cristiana. No se limitaba a rezar obediente y piadosamente. A partir de su profunda relación con Dios, a través de la oración y el culto, se convirtió en una activista ejemplar en favor de los pobres y desfavorecidos de su época y donó gran parte de sus bienes a la Iglesia para fundar un monasterio, de modo que se profundizara en la fe cristiana en nuestro país, se cultivara, se posibilitara la educación y se creara una economía de la que pudieran vivir los monjes y beneficiarse también la gente del pueblo y de la región.
Estoy humildemente orgulloso de que este hilo conductor se haya mantenido hasta nuestros días. Desde 1074, una comunidad de monjes ha vivido aquí con la regla del San Benito de Nursia y hoy tenemos la honrosa tarea de continuar esta misión cristiana. Tres veces al día -mañana - mediodía - noche- cantamos las alabanzas de Dios en oración coral, la tarea más importante de un monje que obedece al espíritu benedictino. En las parroquias que se nos confían, profundizamos en la fe cristiana con las personas que se nos confían, promovemos la cultura y la educación, y tratamos con la máxima responsabilidad la economía que se nos ha dado. Es un gran don, en el sentido más estricto de la palabra, que Dios regale constantemente a nuestra comunidad nuevas vocaciones espirituales y que cada uno aporte su propia historia de vida y de fe. A pesar de todas las profecías catastrofistas: Dios sigue llamando hoy a los jóvenes al discipulado espiritualQueremos seguir pidiendo a Dios, con humildad y orgullo, descendencia espiritual para nuestra casa. También confiamos especialmente en nuestro santo patrón, el San Blas.
Por último, me siento humildemente orgulloso de que estemos experimentando una economía próspera, sabiendo que nada surge de la nada: Nada viene de la nada, hay que invertir mucho cerebro y trabajo para experimentar una economía próspera en los tiempos que corren. Gracias a los antiguos directores económicos y al actual director económico, así como a la familia Stifter, por su compromiso ejemplar con nuestra organización. Para nosotros, el negocio no es un fin en sí mismo, el capitalismo económico no es una orientación interna: tenemos que cumplir con importantes tareas cristianas que suponen grandes costes (entre ellas, la subvención del colegio católico privado, el mantenimiento de la vida cultural de la abadía, las 26 parroquias pertenecientes a la abadía de Admont, es decir, el mantenimiento de 26 iglesias parroquiales y 26 casas parroquiales, numerosos proyectos sociales de la iglesia, un importante apoyo financiero a la Misión Austriaca y, por último, los salarios mensuales de unas 500 personas empleadas por la abadía de Admont).
En el mundo secularizado de hoy, mucha gente encuentra sorprendente que una empresa eclesiástica pueda tener éxito económico. Sin embargo, a mí, como abad, me asombra tener que aprender que algunos círculos eclesiásticos tampoco son capaces de aceptar que se pueda tener éxito económico, quizá también porque -especulo- no han hecho lo que deberían haber hecho hace tiempo con los bienes que se les han confiado. Los talentos que te son confiados no deben ser enterrados, sino que deben ser utilizados (leído en la Biblia).
Desde 1074, con altibajos, se han cantado las alabanzas de Dios, se ha vivido la vida cristiana, se ha realizado un trabajo económicamente sostenible - no hay duda de que todo necesita intensificarse, especialmente en el área espiritual; no hay motivos para la autocomplacencia, pero sí para la gratitud. Estoy -estamos- humildemente orgullosos de Dios.
El abad y el convento de la abadía de Admont le desean mucha fuerza y la bendición de Dios.